No tengo fuerzas

Hace un año aproximadamente que no veo al hombre que fue mi esposo y hace 4 meses que ya estamos divorciados. Cuando nos separamos (hace un año) yo busque día, noche y de madrugada al Señor; lo busqué con todas mis fuerzas; no dormía y cuando lo hacía luego despertaba en la madrugada orando para que Él restaurara mi matrimonio. Hice ayuno e hice vigilia llevándome  a enfermarme sin querer enfermarme. En el trayecto busqué mucho al Señor y aprendí muchas cosas. 

Una vez cuando estuve hablándole al Señor, preguntándole por qué yo, si podía haber estado con mi esposo en las buenas y en las malas, en la salud y enfermedad etc. Creo que en ese momento de oración, el Señor me dijo: “Por qué no conmigo” cuando esa idea vino a mi mente me sorprendió porque nunca se me había ocurrido esa misma frase dedicársela al Señor, es como repentinamente llega una idea a tu cabeza sin esperarla. Yo continué orando, buscando y conociendo más del Señor pero con todo eso el divorcio llego. Me dolió en el corazón el rechazo del hombre que fue algún día mi esposo. Mi matrimonio duro como un año y medio pero juntos menos de un año. 

Dos meses antes de mi divorcio encontré trabajo; yo pensé fue bendición de Dios. Acepté porque la paga era buena. Me llamaron del trabajo donde antes había trabajado entonces; eso me daba ventaja en temas de conocimiento. Lo raro para mí fue por que volver al trabajo en donde todos me vieron salir feliz porque me iba casar y necesitaba salirme porque mi esposo vivía en el extranjero y él vivía en un mejor país. Por qué volver al mismo trabajo y tener que responder a las preguntas de las personas sobre que me paso y por qué aun sigo en el país. ¿Y el matrimonio? Esa parte no me fue agradable; hasta ahora me escondo de algunas personas que me conocieron antes de salir del trabajo porque no quiero darles explicación. Por otro lado, mi jefe fue terrible conmigo ya que piensa que porque me llamó para trabajar nuevamente yo debo quedarme hasta dos horas adicionales trabajando con él, y también debo llegar como media hora antes a trabajar y que si simplemente no me gusta me puedo ir. 

Todo eso me hizo sentir pésimamente, lloraba por mi divorcio, por mi trabajo y yo le preguntaba al Señor que estaba pasando. Los problemas y el tener menos tiempo hicieron que me alejara de la iglesia y renegué de Dios. En medio de este valle no dejo de buscar la palabra de Dios, pero mi corazón esta destrozado, ya no tengo fuerzas y no tengo ánimos de nada, mi vida es solo trabajo y casa. A veces voy a la iglesia. Cuando me dicen que haga lo que más me gusta yo respondo; no tengo nada que me guste, tampoco tengo amigos sólo uno que otro pero la mayoría ya están casados y mucho de ellos con hijos. 

Cuando llega el fin de semana no tengo nada que hacer y prefiero dormir porque al menos de esa forma rompo la rutina y no siento nada. Actualmente tengo 31 años, antes que me divorciara pesaba 57 kilos ahora peso 65 kilos si es que no es más. Nada me llama la atención; sólo estoy encontrando placer en la comida y los dulces; la ropa no me queda y que tengo que andar en pantalón y polo deportiva suelto. Se que estoy mal pero ya no tengo fuerzas ni para seguir orando porque siento que al inicio hice mucho pero recibí golpes, es como cuando le das a tu esposo lo mejor de ti y sólo recibes golpes y golpes. Ya no te dan ganas de seguir luchando. A inicio de mis oraciones, yo le dije a Dios que le dejaba en sus manos y a su voluntad si el deseaba que yo volviera con mi esposo pero el divorcio se dio, aun así yo seguí orando. Cuando el divorcio se dio muchas personas de mi iglesia que me dijeron que Dios ya había respondido y que era voluntad de Dios que no siguiera con mi esposo porque me iba a ser de tropiezo, yo le dije a Dios: “Señor hay dos opciones, una es seguir orando por la restauración de mi matrimonio y la segunda es olvidarme y rehacer mi vida, si tu piensas que seguir orando por mi matrimonio y mi esposo es lo mejor por favor envíame a una persona que me apoye en oración pero no puedo esperar mucho porque me siento muy mal y tengo mucho dolor, yo no pediré a nadie que me apoye orando porque la (s) personas que me ayudaron orando están convencidas que es tu voluntad mi divorcio; por favor si es tu voluntad envíamela tú y así entenderé que deseas que yo continúe orando por mi matrimonio ya divorciado.” La persona nunca llegó, entonces ahora ya no siento ánimos para orar porque pienso que Dios quiso mi divorcio o sea no es que le guste o que Él lo haya hecho sino que lo permite porque es lo mejor para mi. Necesito un buen consejo y si fuera posible contando alguna experiencia similar hágamela llegar.

Muchísimas gracias, Dios las bendiga.